Corrían los mese del año 2008. Cajamarca se había convertida una de las ciudades más inseguras de la sierra norte del Perú. Cada fin de semana no dejaban de suscitarse asesinatos ya sea en las calles o en algún bar de la ciudad o en algún club nocturno donde el licor y las bajas pasiones son los que predominaban.

Los reporteros de los diferentes medios de comunicación tenían trabajo para sus páginas policiales. Cajamarca no era la ciudad nostálgica y tranquila de los años ochenta, sino se había convertido en la ciudad de asesinatos y asaltos a los bancos, cajas financieras y centros comerciales. Aún no existían las Rondas Urbanas como enfrentan hoy a la delincuencia en los barrios y las calles peligrosas.

El 05 de julio del 2008 un horrendo crimen sorprendió a los cajamarquinos. Se trataba del asesinato de la odontóloga María Tania Camacho Huertas propietaria de la clínica “San Lucas”. La profesional, para el día sábado 05 de julio, fue encontrada sin vida en uno de los ambientes donde funcionaba la clínica, el quinto piso. El establecimiento se encuentra ubicado en la avenida Mario Urteaga, número 559.

Tania Camacho, la noche del viernes, descansaba sola en su habitación sin la compañía de su esposo y sus tres hijos. Éstos habían salido de viaje a la ciudad de Trujillo. El cruel asesinato se había realizado en la madrugada del sábado. Para el amanecer Tania era ya sin vida. Los familiares de ella, hermanos, no pudieron soportar el dolor para desfogar en lágrimas. Los padres, quienes eran de avanzada edad, vivían en Citacocha, provincia de Cajabamba, a más de ochenta kilómetros al sur de Cajamarca; éstos al recibir la noticia de la muerte de su hija, emprendieron viaje a Cajamarca.

La policía encontró el cuerpo de la odontóloga en una habitación del edificio que, según las declaraciones a la prensa de una de las hijas, ese cuarto era de ella y no de la madre. Sandra Victoria declaró lo siguiente a un programa periodístico local respecto del lugar donde fue encontrada su madre sin vida: “Donde encontraron a mi mamá fue en mi cuarto porque ella ahí dormía conmigo hasta el final que yo viajé. Entonces en mi cuarto para nada era seguro porque nosotros siempre nos metemos por la ventana”. La odontóloga tenía el cráneo destrozado y tapado con una bolsa plástica con la cual, al parecer, la habían asfixiado para terminar con su vida.

La prensa local, para el día lunes, registró en sus páginas policiales: “asesinan a odontóloga”, “a machetazos asesinan a odontóloga”. Los medios de radio y televisión también difundieron el execrable hecho en sus respectivos espacios de información. Las personas, en las calles, se acercaban a los puestos de periódicos para leer la noticia del cruel asesinato.

En un primer momento la prensa informó que la profesional había sido asesinada con un machete de cocina, luego se dijo que había sido golpeada con un fierro de construcción. Esta última versión había cobrado fuerza y que la policía manejaba. A la joven madre le habían golpeado la cabeza.

Los familiares y los amigos cercanos a la familia Camacho Huertas y quienes conocieron de cerca a la odontóloga realizaron el velatorio de Tania en una humilde vivienda para posteriormente realizarse el sepelio en el cementerio general de Cajamarca. La prensa volvió a informar los pormenores del entierro.

La señora Graciela Huertas y el señor Camacho, (los padres de la odontóloga), al arribar a Cajamarca, encontraron a su hija velándose. Los progenitores no podían creer la muerte de una de sus hijas que hace unos meses la habían dejado con vida. El llanto y el dolor se apoderaron de ellos. En el sepelio, lo que los Camacho Huertas habían identificado es que, el esposo de Tania, el señor Licurgo Victoria, se encontraba distanciado de ellos lo que les permitió sospechar en él, como uno de los autores de la muerte de Tania Camacho.

La Divincri, a cargo del comandante Carlos Vásquez y efectivos policiales, realizó la investigación par dar con el responsable material e intelectual del crimen. Había pasado más de un mes. Los efectivos de criminología de la Policía Nacional no daban con las pistas que les lleve a los asesinos. El jefe de la policía de la jurisdicción de Cajamarca, Zelada Calcino, ante las preguntas de los periodistas sobre el caso, manifestaba que se están realizando las investigaciones y que no podía declarar más para que no se entorpezca las investigaciones. Versiones que suelen utilizar los policías y fiscales cuando los periodistas los presionan sobre los resultados de la investigación de algún caso.

Los familiares y los amigos de Tania, ante la demora de encontrar a los responsables del crimen, realizaron plantones y veladas frente a las instalaciones del Ministerio Público y la Divincri. “Justicia para Tania”, “Encuentren al asesino”, decían las pancartas de los manifestantes. Esta vez la prensa estaba de lado de la familia Camacho Huertas. El fiscal, encargado de la investigación, declaró a los periodistas que se estaba realizando las investigaciones. La familia Camacho Huertas temía que se archivara el caso por lo que sus amigos hicieron circular un memorial para recoger el apoyo de la población cajamarquina y, de este modo, presionar a la policía que dé con los asesinos de Tanía.

Había pasado un mes y días después de haber sucedido el crimen, el comandante Carlos Vásquez y sus efectivos, realizaron la detención preliminar de Licurgo Toribio Victoria Vásquez, esposo de Tania, en calidad de presunto sospechoso del crimen. Licurgo Victoria había sido detenido el lunes 25 de agosto a la una de la tarde mientras recogía del colegio a una de sus hijas. La detención se había realizado por orden del juez del Segundo Juzgado Penal Jorge Bazán Cerdán.

Junto a Licurgo también había sido detenido uno de sus familiares, Eliseo Adolfo Cárdenas Victoria, a quien lo habían detenido en un distrito de la ciudad de Lima. Las huellas de las zapatillas de Eliseo en el lugar del crimen permitieron su detención. Las primeras declaraciones que había dado el sobrino de Licurgo Victoria, permitieron la detención del tío, también odontólogo como su esposa. Parecía que las sospechas de la familia Camacho Huertas estaban coincidiendo.

Licurgo Toribio Victoria Vásquez y su sobrino Eliseo fueron recluidos en el penal de Huacariz mientras se realizaba el proceso judicial. El primero siempre abogaba por su inocencia. Decía que nada tenia que ver con el crimen de su esposa con quien las relaciones no eran buenas como lo reconoció en un programa periodístico. Mucho se habló que ambos vivían una vida de discusión.

La última semana del mes septiembre del 2008, por orden del segundo Juzgado Penal, trasladaron, a los implicados en el crimen, a la Corte Superior de Cajamarca para la confrontación. Ante el juzgado, el joven Eliseo Adolfo Cárdenas Victoria, aceptó que él había asesinado a Tania con consentimiento del tío; sin embargo después dijo que había entrado para robar por su propia voluntad. En esta última versión trataba de librar a Licurgo del crimen. En esa confrontación se tenía previsto divisar unos videos, pero por problemas técnicos no se realizó. Terminada la confrontación los acusados fueron vueltos al penal donde esperaban la sentencia respectiva.

Para el 01 de octubre se había programado la reconstrucción de los hechos, sin embargo no se ejecutó. Recién el viernes 17 de octubre, con la presencia de la policía, las autoridades judiciales, la prensa y los familiares, se desarrolló la reconstrucción de los hechos. Una vez más el principal acusado trató de librar a Licurgo del asesinato. Ese día una pequeña lluvia cayó sobre la ciudad de Cajamarca. Los familiares y amistades de la asesinada se encontraban al otro lado de la calle, expresaban palabras duras contra el presunto asesino. Las personas que pasaban por allí se habían quedado paradas mirando un momento.

En el mes de octubre del 2010 salió la sentencia contra Licurgo Victoria Vásquez. Los medios escritos publicaron la sentencia y en uno de los titulares decía: “Dan 30 años de cárcel a Licurgo”. Es parte de la historia de una odontóloga que, por destinos de la vida, fue asesinada en medio de una ciudad que era acechada por la delincuencia y los asaltos.